De la mano de los santos

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De la mano de los santos

«Los testigos que nos han precedido en el Reino (cf Hb 12, 1), especialmente los que la Iglesia reconoce como “santos”, participan en la tradición viva de la oración, por el testimonio de sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por su oración hoy. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquéllos que han quedado en la tierra. Al entrar “en la alegría” de su Señor, han sido “constituidos sobre lo mucho” (cf Mt 25, 21). Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero». (Catecismo de la Iglesia Católica, 2559).

Tenemos a los santos como ejemplo de una vida dedicada a Cristo

Empiezo este espacio dedicado a las “Grandes Firmas” de la oración –y que deseo que sea también de ustedes– con un texto del Catecismo de la Iglesia Católica que me sirve de telón de fondo al recorrido que juntos vamos a hacer. En estas líneas, se nos invita a tener como punto de referencia una mirada a los santos y a dejarnos guiar por su ejemplo para orar más y mejor. Después de todo, ellos son los “especialistas”, quienes mejor han tocado a Dios en ese “contacto directo con Él” al que nosotros llamamos oración.

Si se quisiera subir el Éverest por primera vez, es imposible hacerlo solo. La gente en Nepal no lo permitiría: se tiene que ir obligatoriamente acompañado por un guía, que ya conoce el camino y que estará a su lado para cualquier eventualidad. De otro modo, corres el riesgo de perderte o, incluso, de caer en algún precipicio.

Para nuestra “escalada”, he querido contactar a algunos de los mejores guías existentes. Caminaremos de la mano de hombres y mujeres de la tradición de la Iglesia (y también de nuestra época) que nos acompañarán en estas líneas. Pongo algunos de los nombres, para que se les vaya abriendo ya el apetito: Agustín de Hipona, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, John Henry Newman, Ignacio de Loyola, Madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco de Sales, Teresa del Niño Jesús, entre otros.

Todos ellos nos orientarán para profundizar en nuestro trato con un Dios que está anhelando dialogar con nosotros, como bien lo revelan estas hermosas palabras del libro del Apocalipsis: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él  y él conmigo» (3, 20). ¡Buena escalada a todos!

San Juan Damasceno: orar con las imágenes es mucho más humano

San Juan Clímaco: el uso de la lupa es indispensable para orar

San Juan Crisóstomo: la boca de oro que observaba a Dios en todas las cosas

Juan Casiano y los cuatro pasos para una oración perfecta

San Antonio Abad, inaugurador de la vida eremítica

San Vicente Ferrer: construir cimientos fuertes para tiempos de tormenta

Santa Catalina de Siena: el amor al «Dulce Cristo en la tierra» que se hace oración

Beata Angela de Foligno: solo el que ama puede orar

San Buenaventura: de los escrúpulos a ser doctor de la Iglesia

San Francisco de Asis: ni hippie ni loco, sólo enamorado

Santo Tomás de Aquino: el buey silencioso que iluminó a la Iglesia con sus mugidos

Santo Domingo de Guzmán: contemplar para predicar

San Bruno: un silencio que habla mucho

Santa Gertrudis: la oración entre amigos, es mejor

Santa Matilde Hackeborn: el ruiseñor que le cantaba a Dios en la Liturgia

San Bernardo de Claraval: el enamorado que enseñó a orar a todo el siglo XII

San Anselmo de Canterbury: el equilibrio entre la razón profunda y la fe sencilla

San Julián de Toledo: mirar el más allá nos ayuda en el más acá

San Hilario de Poitiers: grande personalidad, fe sencilla

San Gregorio Magno: un pedagogo de grandes ideales y gran realismo

San Benito: un pilar de Europa basado en la oración y el trabajo

San Isidoro: un «cerebrito» que estudiando a Dios se enamoró de Él

San Patricio: el infatigable apóstol de las largas horas de oración

San Martín de Tours: orar es compartir

San Agustín: un corazón inquieto en busca de la Verdad

San Ambrosio: un gobernador que llegó a ser obispo

San Jerónimo: un león del desierto que oraba con la Biblia

San Basilio Magno: para orar hay que ser realistas

San Ignacio de Antioquía: portador de Dios y ansias de martirio


P. Juan Antonio Ruiz J., L.C.

El contenido de este artículo puede ser reproducido total o parcialmente en internet siempre y cuando se cite su autor y fuente originales: www.la-oracion.com y no se haga con fines de lucro.


Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C.

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