Doña Lena vive en una cañada de Chilapa, Pico de Orizaba, México. Es una mujer sencilla, piadosa y bondadosa. No sabe si se llama Elena o Magdalena y entonces pide que le llamemos Lena. La conocí en las misiones hace 13 años. Le tomé mucho cariño al constatar el grande amor que tenía a Dios, a la Virgen, a su esposo Celerino (q.e.p.d.) a los sacerdotes y a los misioneros.
Sufre mucho por «tanta dolencia» como dice ella misma. De manera particular le duele estar sola, pues el 11 de diciembre de 2009 murió su esposo Celerino (ciego durante los últimos 12 años de su vida). Lena lo cuidó como buena esposa hasta que Dios llamó a Celerino a su presencia. Para mí, Celerino y Lena han sido verdaderos maestros de oración. Ella se encarga de recordarnos que su esposo ofrecía todos sus sufrimientos por el Papa, los sacerdotes y los misioneros.“Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. (…) En la intercesión, el que ora busca «no su propio interés sino el de los demás» (Flp 2,4), hasta rogar por los que le hacen mal.” (Catecismo n. 2635)
Cuando leí este número del catecismo me dije: debería practicar mucho más este tipo de oración. Desde entonces pido de manera especial por los amigos que he conocido en mis ya casi 20 años de misionero en el Pico de Orizaba. Casi todos son ancianos, hombres de buena fe, profundamente religiosos, que sufren mucho y que han sido para mí excelentes maestros de oración. Continuamente me dicen que ofrecen sus sufrimientos por la Iglesia, por el Papa, por los sacerdotes, por mí. He llegado a quererles mucho. Les tengo profunda gratitud sobre todo por las oraciones que ofrecen por mi sacerdocio. Los considero de mis mejores amigos.
Por eso dedico un espacio en la página frontal para ellos, como una forma de tenerlos presentes y de practicar juntos la oración de intercesión. Se los iré presentando poco a poco.
Autor: P. Evaristo Sada, L.C. https://www.facebook.com/PadreEvaristoSadaLC
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