¡Grande eres, Señor, y muy digno de alabanza!
¡Grande es tu poder, y tu sabiduría no tiene medida!
Y pretende alabarte, un hombre, pequeña migaja de tu creación.
Precisamente un hombre que lleva en torno suyo
la mortalidad,
que lleva a flor de piel la etiqueta de su pecado
y el testimonio de tu resistencia a los soberbios.
A pesar de todo,
pretende alabarte un hombre, pequeña migaja
de tu creación.
Y eres tú mismo quien le estimula a que halle
satisfacción alabándote,
porque nos has hecho para ti
y nuestro corazón está inquieto
hasta que descanse en ti.