Oh Dios mío, haz que la puerta de esta casa
sea lo bastante ancha para recibir a todos
aquellos que necesitan amor, fraternidad
y el cuidado de nuestro Padre;
pero también lo bastante estrecha
para dejar fuera la envidia, el orgullo y el odio.
Haz que el umbral sea liso
para que los niños no tropiecen y nadie extravíe sus pasos,
pero robusto para que resista el poder de la tentación:
haz de ella un acceso a tu reino eterno.
Amén.