Buscar momentos de recogimiento

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Y para que sepáis el modo que cerca de esto, que tanto os va, habéis de tener, oíd a San Jerónimo que dice a una mujer casada: «De tal manera tengas cuidado de tu casa que también tengas para tu ánima algún reposo; busca algún lugar conveniente, y algún tanto apartado del bullicio de esta familia, al cual te vayas, como quien va a un puerto, huyendo de la gran tempestad de tus cuidados; y allí solamente haya lección de cosas divinas, y oración tan continua, y pensamiento de las cosas del otro mundo tan firme, que todas las ocupaciones del otro tiempo del día ligeramente las recompenses con este rato de desocupación. Y no te decimos esto para apartarte de tu casa, mas antes porque allí aprendas y pienses cómo te debes haber con ella.»

Si este bienaventurado santo encomienda a una mujer casada quitar a las ocupaciones de casa algún rato y que se recoja en quieto lugar a leer y pensar cosas de Dios ¿con cuánta más razón la doncella de Cristo, que está libre de los mundanos cuidados, y que debe pensar que no vive para otra cosa sino para usar de la oración y recogimiento, debe buscar en su casa algún lugar escondido y secreto, en el cual tenga sus libros devotos, e imágenes devotas, diputado para ver y gustar cuán suave es el Señor?

El estado de religión y virginidad que habéis tomado, no es para que estéis enlazada en ocupaciones perecederas; mas, así como es semejable cuanto a la entereza e incorrupción de la carne, así habéis de pensar que no ha de entrar en vuestro corazón cuidado de tierra, mas habéis de ser un templo vivo, en el cual se ofrezcan continuas oraciones y suenen continuos loores a aquel que os creó. Daos por muerta a este mundo, pues ya os habéis desposado con el rey celestial.

Y acordaos que dice el esposo a la esposa: Huerto cerrado, hermana mía, esposa, huerto cerrado. Porque no sólo habéis de ser limpia y guardada en la carne, mas también muy cerrada y recogida en el ánima. Porque virginidad se toma entre cristianos no por sí sola, mas por que ayuda para con más libertad dar el corazón a Dios. La doncella que se contenta con virginidad del cuerpo, y no vive cuidadosa en el recogimiento y gusto de Dios, ¿qué otra cosa hace, sino pararse en el camino y nunca llegar a donde va, y tener aparejo para coser y labrar, y nunca entender en ello? Cosa vergonzosa es a todo cristiano no tener ejercicio de santa lección y de santos pensamientos en su ánima; mas, en la virgen que a Cristo se ha dado, no sólo es vergonzoso, más intolerable y digno de mucho castigo.

Por tanto, si queréis gozar de los frutos de la santa virginidad, que a Cristo habéis prometido, sed enemiga de ver y ser vista. Salid todo lo menos que fuere posible, no os entremetáis en temporales ocupaciones, buscad cuanto tiempo pudiéredes para os encerrar en vuestro oratorio; que, aunque al principio se os haga de mal, después probaréis que en las celdas se tratan negocios del cielo, y que ningún rato de tanto contentamiento hay como el que allí en sosiego se gasta.

Audi filia