Así que la perfección suprema del hombre en esta vida es estar tan unido a Dios.
Que toda su alma, con todas sus facultades y poderes están tan reunidas en el Señor Dios que se convierte en
un espíritu con él, y no recuerda nada, excepto Dios, es consciente y no reconoce nada más que
Dios, pero con todos sus deseos unificados por la alegría del amor, descansa satisfecho en el disfrute de su
Hacedor solo.
Ahora, la imagen de Dios que se encuentra en el alma consiste en estas tres facultades, a saber:
razón, memoria y voluntad, y mientras no estén completamente sellados con Dios, el alma no estará
sin embargo, deiforme de acuerdo con la creación inicial del alma. Porque el verdadero patrón del alma es
Dios, con quien debe ser impreso, como cera con un sello, y llevar la marca de su impresión. Pero
esto nunca puede ser completo hasta que el intelecto esté perfectamente iluminado, de acuerdo con su capacidad, con el conocimiento de Dios, que es la verdad perfecta, hasta que la voluntad está perfectamente enfocada en el amor de Dios bien perfecto, y hasta que la memoria esté completamente absorta en volverse y disfrutar de la felicidad eterna, y descansando alegremente y contento en ella.
Y desde la gloria de la bienaventuranza que se logra en nuestra patria celestial consiste en el cumplimiento completo de estas tres facultades, se sigue que la iniciación perfecta de ellos es la perfección en esta vida
