No hay excusa para no rezar

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Todos los maestros espirituales lo afirman después de Cristo: «Lo que es imposible a los hombres es posible para Dios» (Mt 19,26). Podemos tener numerosas excusas para nuestras faltas de debilidad, pero no tendremos nunca excusas de no rezar: «En efecto, la gracia de la oración se da a todos. Siempre está en nuestro poder orar si queremos» (S. Alfonso de Ligorio). El hombre ora porque sabe que no hay nada imposible para Dios: por eso pide, busca y llama (Mt 7,7). Aquí convergen todas las espiritualidades, pues tienen su origen en la palabra de Cristo en san Juan: «Sin mí, no podéis hacer nada» (Jn 15,5), y sabemos también que Jesús está con nosotros hasta el fin de los tiempos (Mt 28,28). Y por eso recurrimos a él en la intercesión. (Lafrance J, Mi vocación es el amor).