Para glorificar al Padre, es preciso ser Jesús

1962

En su afán de glorificar al Padre, en su ternura para las almas, Jesús hizo más que darles sus méritos y unirse con ellas para entonar el himno de la glorificación; se unió a las almas de manera inefable para que toda voz fuera su voz, y todo amor, su amor, y toda gloria, su gloria; y en Él recibiera toda gloria y todo honor el Padre celestial. Pues para glorificar al Padre es preciso ser Jesús; para glorificarlo plenamente es necesario transformarse en Jesús; porque la glorificación del Padre es la obra de Jesús, y «para hacer la obra de Jesús es necesario ser Jesús», dijo profundamente Mons. Gay. El fin de la santificación de las almas es la gloria del Padre, la esencia de esa obra maravillosa es la transformación en Jesús. La transformación en Jesús es una obra de luz, de sabiduría; porque el Verbo de Dios es la Sabiduría del Padre, Luz de Luz, y blancura de la Luz eterna. Transformarse en Jesús es llevar grabada en el alma con rasgos de luz divina la imagen de Jesús, Sabiduría increada. (El Espíritu Santo)