El Padrenuestro es la oración perfecta; en él están contenidos todos los bienes, los únicos verdaderos bienes y el orden en que debo pedirlos. Estos bienes y el orden de su dignidad son precisamente los mismos que acabo de ver. Es, pues, de suma utilidad para mí detenerme un momento a meditarlo, a fin de penetrarme más profundamente de lo que es el orden esencial de mi vida. ¡Todo es tan divino en el Padrenuestro! Verdaderamente él es el resumen de toda oración; y no sólo de toda oración, sino de toda la fe y de toda la religión. El alma que lo medita encuentra en él las profundidades de lo infinito: esta meditación sería suficiente para hacerle penetrar las profundidades mismas de Dios. Verdaderamente es la palabra abreviada que Dios ha hecho en la tierra y Nuestro Señor ha depositado en él los tesoros de ciencia y sabiduría escondidos en su corazón. ¡Cuántos consuelos, si la caridad, instruyendo mi corazón, derramara en él todas las riquezas de la plenitud de la inteligencia para conocer este misterio de Dios Padre y de Cristo Jesús! (José Tissot, La vida interior)