Apoyarse sólo en Dios

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Desde que tuvo conciencia, Teresa se entregó a Dios sin reserva, pero no podía evitar el querer esta perfección de una manera humana y demasiado activa. Todos soñamos con una santidad conseguida a fuerza de puños. Sabe por experiencia que no hay que apoyarse en nada, ni en sus méritos, ni en su voluntad, ni en sus recursos humanos. Pero es normal hacer planes de santidad, mortificarse para alcanzar el fin que uno se ha fijado y que es éste: Dios mismo y su santidad. El hombre estará siempre tentado de querer adueñarse de Dios por medio de sus obras, de su ascesis y de su oración: todas estas actitudes son movimientos falsos. No debe levantar las manos para apoderarse de Dios, sino que debe bajarlas en un movimiento de acogida y de deseo. Hay que desear a Dios con todas las fuerzas de su ser, pero renunciando a conquistarlo. (Lafrance J, Mi vocación es el amor).