Oración de amor

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Oración de amor

Haz, Señor, que te ame más que todo y más que a todos, por encima de todo y de todos y, si fuere preciso, en contra de todo y de todos. Que no haya nada, ni nadie, capaz de sacarme, de apartarme ni detenerme en tu amor. Que viva respirándolo continuamente, y que todo mi alimento y vida, todo mi gozo y delicia, todo mi sufrimiento y pena, sean siempre por tu amor. Bien quieres, mi buen Jesús, que yo ame a tus criaturas, mis semejantes, pero no quieres que mi corazón se detenga y ponga en ellas su morada. Tú quieres, Señor, que las ame como de paso, yendo o volviendo de tu Corazón amorosísimo, que nos abraza dulcemente a todos. Lo sé, lo veo y no lo hago; es enteramente culpa mía: perdóname. Es dolencia de mi amor: fortalécelo. Es mi propia íntima bajeza: ¡levántame, Señor!
Si yo mismo sujeto y corto mis alas, ¿a quién daré la culpa de no poder volar libremente a ti? Mas yo te pido que deshagas y separes misericordiosamente todo lo que a mi corazón neciamente ate y junte. De ti sólo será la gloria; pero, ¡por piedad, mi buen Jesús!, ayuda a mi amor. Tú mismo guíame, condúceme, oblígame, castígame, dame sufrimiento, calumnia, pobreza, desprecio, oprobio, martirio; mas no me arrojes jamás de tu Corazón. Que sea mi nido de amor, el palacio de mis goces y delicias, la dulce soledad de mis intimidades, el impenetrable secreto de mis confidencias, la fuente sagrada de mis amabilidades, el santo lazo de mis amistades, la pureza de mis afectos, el bálsamo de mis llagas, el consuelo de mis sufrimientos, el remedio de mis debilidades, el perdón de todas mis culpas, el triunfo sobre mis tentaciones, la fuerza de mi elevación hacia ti. Que yo viva, piense, hable, obre y ame sólo en ti, por ti y para ti. Y cuando un día haya de presentarme ante tu Soberana Majestad tremenda y amable, que no tengas que pedirme cuenta de haber amado jamás a nadie, ni más, ni tanto como a ti. Amén.