Hazme, Señor, atento y silencioso
a esta llama interior que late en mí,
a esta fuerza de piedras que se juntan
y ascienden como un templo para Ti.
Que suene en mi interior, hueco y profundo,
el gran eco pausado de tu voz.
Que yo escuche, medite… mientras Tú haces
tus palabras en mí verdad, Señor. Amén.