Señor, acércate a todos los que viven en soledad y cuyo corazón está a punto de desfallecer. Adóptalos.
¡Es tan duro vivir en el abandono, sin madre, ni mujer y sin hijos!
¡Es tan humillante saber que se molesta a los demás con sus penas!
Reanima a los que viven en el desierto que su egoísmo crea en torno a ellos.
Y cuando la tarde plomiza oprima su pecho; cuando sus sienes ardorosas golpeen fuertemente; cuando la soga o la pistola les obsesionen como una pesadilla, pero también como una liberación posible, ¡ah!, en tan espantosa sequedad, envíales el frescor y la ternura de tu consuelo. Amén.