¡Oh Dios, creador de todas las cosas!
Concédeme primero el Don de saber pedirte;
después, el de hacerme digno de ser escuchado,
y, finalmente, el de ser libre.
¡Escucha, escucha, escúchame!, oh Dios mío!,
Padre mío, causa mía, esperanza mía, posesión mía,
honor mío, mi casa, mi patria, mi salud,
mi luz y mi vida.
¡Escucha, escucha, escúchame!
De esa manera tuya, de tan pocos conocida.
Ya solo te amo a ti, solo te sigo a ti,
solo te busco a ti, y solo a ti estoy dispuesto
a servir, por que eres el único, que tiene derecho
a mandar, y a ti solo deseo pertenecer.
Dame órdenes, te lo ruego; si, mándame lo que
quieras, pero sáname antes y ábreme mis oídos
para que pueda oír tu voz.
Sana y abre mis ojos para que pueda ver
las indicaciones tu voluntad;
aparta de mí la ignorancia, para que te conozca.
Dime a donde tengo que mirar para verte,
y confío en que cumpliré fielmente
todo lo que me mandes.
Amén.