Al tomar asiento y colocar mis manos al volante del vehículo, te imploro, Dios
y Señor, para que seas tú la Luz que me preceda en mi caminar.
Pon en mi mente el buen entendimiento de tu amor para frenar mis impulsos y cuidar en tu nombre mi vida, la de los míos, y la de mis semejantes.
Dame la serenidad para recordarte en todo momento y cúbreme con las suaves alas de tu infinita misericordia. Amén.
Virgen Santa, Madre de Dios y Madre mía, Auxilio de los cristianos, que has realizado tantas maravillas, te suplico con todo el fervor de mi alma, me cuides y guíes por el buen camino. Amén