Gracias, Dios mío, por la vida que me diste
y por tantos beneficios recibidos.
Con la Virgen María repito:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador».
Quiero vivir y morir creyendo en Ti.
Como los Apóstoles te digo: «Auméntanos la fe».
Confío en tu bondad y misericordia
y clamo como el buen ladrón:
«Acuérdate de mí cuando estés en tu reino».
Espero poseerte eternamente en el cielo
«que ni ojo vio ni oído oyó ni al corazón del hombre
llegó lo que preparaste a los que Te aman».
Te amo y deseo amarte siempre «con todo el corazón,
con toda el alma, con toda la mente».
Como san Pedro Te digo: «Tú sabes que Te amo».
Recordando las faltas con que Te he ofendido,
siento arrepentimiento y vergüenza.
Con las palabras de David Te pido perdón:
«Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa».
Si quieres sanarme, dame la salud.
Si quieres hacerme participante de tu cruz,
«hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo».
Te ofrezco mis penas y dolores en satisfacción de mis pecados.
Sea que viva por un tiempo más o me llames a la «Casa del Padre»,
acepto lo que Tú quieras y cuando Tú lo quieras.
«Para Ti el honor y la gloria por los siglos de los siglos».
Amén.