Danos, Señor, un corazón nuevo,
que sepa escucharte sólo a ti,
comprenderte sólo a ti,
desearte sólo a ti.
Danos, Señor, un corazón limpio,
purificado por el arrepentimiento
y por la mortificación,
que del mal sólo conozca
lo que basta para evitarlo,
que en cada cosa descubra
rayos de tu sabiduría y de tu belleza.
Danos, Señor, durante este día que comienza,
un mayor conocimiento de las riquezas de tu Corazón,
para que confiemos sólo en él y no temamos nada.