¡Oh, Señor! Tú que nos
mandas el invierno,
pero también la calidez del estío,
envuélvenos con tu amor eterno
y aleja de nuestra vida el frío.
¡Oh, Señor! Tú que nos
mandas el invierno,
pero también la calidez del estío,
envuélvenos con tu amor eterno
y aleja de nuestra vida el frío.