¿Qué me dices, Dios mío, en Adviento?
Me dices que me visitas.
Tú viniste a habitar entre nosotros
y vendrás de nuevo al final de los tiempos.
Pero ahora, ahora mismo, estás viniendo.
El Adviento es para que aprenda a captar tu presencia en todo,
a contemplarte cerca en cualquier situación,
a celebrar un Amor que me ama sin medida,
a recordar que no puedo salvarme por mí mismo.
En Adviento me pides posada, mendigas acogida.
Aquí tienes tu casa, Señor;
en este tiempo quiero escuchar y meditar a diario tu Palabra,
recibir con más frecuencia la Eucaristía,
abrazarte en el hermano más necesitado.
Y así aprender lo que debe ser toda la vida.
¡Ven, Señor; ven Salvador!