Espíritu Santo, libérame de toda atadura, te suplico que me concedas la libertad de los hijos de Dios (Rm 8, 21).
Libérame de ataduras malignas que cualquier persona o circunstancia me hayan impuesto.
Libérame de vínculos y compromisos que no vienen de ti ni me llevan a ti.
Libérame del control y dominio que otros quieran imponer sobre mí.
Libérame de estilos de vida, ideas, recuerdos o estructuras oscuras y opresivas.
Libérame de los errores y engaños en que haya caído a lo largo de mi vida.
Libérame del sentimiento de culpa que me oprime.
Libérame de toda presencia o acción maligna.
Libérame del engaño de creerme inmune a las asechanzas del demonio.
Quiero vivir en el reino de la verdad, de la luz y del amor.