Espíritu Santo, estoy cansado y desgastado por el trabajo.
Vengo contigo porque sé que siempre estás dispuesto a ofrecerme un hombro donde recargarme; en ti encuentro la fortaleza para seguir luchando.
Tú que diste fuerza a Jesús en la subida al Calvario, Tú que diste fuerza a María al pie de la cruz, Tú que das fuerza a todos los padres y madres de familia que se entregan día a día por el bienestar de sus hijos, te lo suplico: dame fortaleza.
Aunque esté cansado, quiero seguir sirviendo con corazón magnánimo sin que nadie lo note, por amor a ti y a mis hermanos.