Haz el hábito de invocar al Espíritu Santo antes de acciones importantes: una conversación delicada que vayas a tener, una reunión o cita en que se tomarán decisiones trascendentes, un encuentro con una persona que quieras mucho, al dar respuesta a un consejo que te han pedido… A base de repetirlo podrás formar el hábito de recurrir siempre al Espíritu Santo antes de momentos como estos. Y una vez que haya pasado, no te olvides de volver a Él para darle las gracias y dejar el asunto en Sus manos.