Camino del sepulcro, preguntábamos:
«¿Quién moverá la piedra?»
Pero tú,
como el agua viva,
manas de la piedra;
como el fuego nuevo,
brotas de la piedra;
como ciudad fuerte,
creces en la piedra.
¡Oh Cristo, piedra viva!
Tu muerte es tu fuerza.
A ti se acogen todos los que duermen;
en tu descanso habitan,
bajo tu piedra esperan. Amén.