Segundo Domingo de Adviento
“Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”.
Texto patrístico
“El profeta declara abiertamente que su vaticinio no ha de realizarse en Jerusalén, sino en el desierto; a saber, que se manifestará la gloria del Señor, y la salvación de Dios llegará a conocimiento de todos los hombres. Y todo esto, de acuerdo con la historia y a la letra, se cumplió precisamente cuando Juan Bautista predicó el advenimiento salvador de Dios en el desierto del Jordán, donde la salvación de Dios se dejó ver” (Eusebio de Cesarea).
Texto pontificio
El cuarto Evangelio nos dice que el Bautista «no conocía» a ese más Grande a quien quería preparar el camino (cf. Jn 1, 30-33). Pero sabe que ha sido enviado para preparar el camino a ese misterioso Otro, sabe que toda su misión está orientada a Él. En los cuatro Evangelios se describe esa misión con un pasaje de Isaías: «Una voz clama en el desierto: » ¡Preparad el camino al Señor! ¡Allanadle los caminos!»» A Él hay que abrirle la puerta, prepararle el camino. Con la predicación del Bautista se hicieron realidad todas estas antiguas palabras de esperanza: se anunciaba algo realmente grande (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret 14).
Texto litúrgico
“Te alabamos, Padre santo, porque eres grande y porque hiciste todas las cosas con sabiduría y amor. A imagen tuya creaste al hombre y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca. Reiteraste, además, tu alianza a los hombres; por los profetas los fuiste llevando con la esperanza de salvación” (Plegaria IV).
Consideración
Por la misericordia divina, todos los acontecimientos, se convierten en historia de salvación. Y si por el pecado el pueblo tuvo que atravesar el desierto al retornar del exilio, siempre tuvo signos por parte de Dios, para que permaneciera en la esperanza.
Propuesta
¿Llegas a descubrir la Providencia divina en tus desiertos, y a escuchar la voz liberadora que te conduce hacia la salvación?
Agradecemos esta aportación a Don Ángel Moreno de Buenafuente (consulta aquí su página web)
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