El Padre Nuestro (Segunda parte)

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El Padre Nuestro (Segunda Parte)

Hijos de Dios que es Padre

El cielo es la armonía, el orden, la vida sin sufrimiento porque se cumple la voluntad de Dios. Es por eso que suplicamos al Padre que también en la tierra se viva su voluntad como en el cielo. El designio que ha preparado para nosotros es de amor (Flp. 2, 13). Es conveniente vivir buscando su querer. A Él le agrada la actitud de búsqueda de sus hijos. Busquemos su voluntad y cumplámosla lo mejor posible. La vida, vivida así, en la voluntad de Dios, se ve sostenida por Él. No soy yo quien vivo mi vida sino que me abandono al Padre que dispone mejor las cosas que yo (Mt. 6, 25). En su eterna sabiduría tiene un plan para nosotros. Amemos y abracemos su plan, aunque exija cruz, ahí está nuestra seguridad en medio de las incertidumbres de la vida.

Danos hoy nuestro pan de cada día

Es precioso escuchar los pasajes en los que Jesús habla de la providencia del Padre. “Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?… Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?” Mt 6, 26. 28-30 “¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!” Lc. 11, 11-13. Estos versículos nos hablan por sí solos.

Dios es mi padre

Dios es el Padre que nos alimenta como lo hace con los pájaros del cielo. Dios es el Padre que nos viste como a los lirios del campo. Dios es el Padre que nos da pan, no una piedra. Dios es el Padre que no nos da una serpiente sino que nos da un pescado. Dios es el Padre que cuando le pedimos un huevo, no nos da un escorpión. Dios es el Padre bueno, el que está en el cielo que nos da su mismo Espíritu; su Espíritu Santo.

La providencia del Padre se muestra en las circunstancias de la vida. Sobre todos hace llover el Señor, sobre buenos y malos (Mt. 5, 45). La diferencia está en aquellos que viven con una mirada de fe, reconociendo en todo la mano de Dios. Ellos viven en la paz y serenidad de quien se sabe en la palma de la mano del Padre. “Guárdame como la pupila de los ojos, escóndeme a la sombra de tus alas”. Sal. 17, 8.

Las tres posibles respuestas de Dios

Los otros, que leen la historia de modo horizontal; es decir, que no saben descubrir la presencia de Dios en su historia y en el mundo, viven con la ansiedad que crea el pensar que todo depende de ellos.

Dios nos invita a vivir en la alegría de los hijos de Dios. Hijos de un Padre bueno y providente que sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos. “Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.” Mt. 6, 32.

Normalmente, Dios tiene tres posibles respuestas a lo que le pedimos. La primera es: “Sí” y nos concede lo que pedimos. La segunda es: “Sí, pero no ahora” y nos da lo que necesitamos en el tiempo justo. La tercera es: “Sí, pero no de esa manera” y nos ofrece un modo mejor de realizar aquello que le pedimos. Es por eso que requiere de nuestra confianza, para que tenga la libertad de darnos lo que es mejor para nosotros. Es necesario que creamos en Él ya que su bondad no tiene límites y nos abandonemos en nuestro Padre del cielo que quiere el bien para sus hijos.


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