EVANGELIO
«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». «¿Qué signos nos muestras para obrar así?» Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús.” (Jn 2, 16.18.21)
Via Crucis V, Desierto de las Palmas
SANTOS PADRES:
“¿Qué agua había de darle, sino aquella de la que está escrito: En ti está la fuente viva? Pues no pueden ya tener más sed los que se nutren de lo sabroso de tu casa” (San Agustín).
CONSIDERACIONES
– Cuando Jesús habla de su cuerpo como templo de Dios, eleva nuestra corporeidad a santuario.
– Dentro del templo mana la fuente de agua viva. Del costado de Cristo brota el manantial que nos lava nuestros pecados y sacia nuestra sed de amor.
– Quien guarda los mandamientos, respeta su cuerpo, trata con dignidad a su prójimo, experimenta el torrente de gracia, que deja sentir el gozo y la paz, dones necesarios y necesitados para vivir serenos.
PROPUESTA
¿Vives conscientemente la presencia sagrada que te habita?
Otros artículos que te pueden interesar:
«La fuente de la paz interior»
Agradecemos esta aportación a Don Ángel Moreno de Buenafuente (consulta aquí su página web) El contenido de este artículo puede ser reproducido total o parcialmente en internet y redes sociales, siempre y cuando se cite su autor y fuente original: www.la-oracion.com y no se haga con fines de lucro.