María es la memoria de la iglesia. En su vida tuvieron lugar, entre otras cosas, la anunciación, la presentación de Jesús en el templo y el hallazgo de Jesús entre los doctores. Si el evangelio nos dice que ella todo lo guardaba y meditaba en su corazón, significa que ella componía su oración con estos acontecimientos. Es como si ella rezara su rosario, un rosario sin cuentas, volviendo siempre a lo importante en la vida de su Hijo y en su propia vida. María no podía olvidar el primer acontecimiento de gran importancia en su vida, que fue la anunciación, ni tampoco los demás acontecimientos gozosos, ni aquellos que se relacionaran con la pasión y la resurrección de su Hijo. Y esa fue su oración. Si rezas el rosario oras como María, eres como una imagen de la madre de Dios. La imitas en guardar y meditar los misterios del Hijo y de la Madre. Ella es la memoria de la Iglesia, nuestra memoria sobre aquellos acontecimientos que deben ser para nosotros algo vivo. Al meditarlos entras en contacto con esos misterios, y así se convierten en canales de gracia para ti. Enamorarse del rosario significa enamorarse de] evangelio, enamorarse también de María y de todas las cosas que ella guardaba y meditaba en su corazón, aquellas que fueron el contenido de su vida. (Tadeuz Dajczer, Meditaciones sobre la fe)