El valor de los bienes sensibles

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Cuando se presentare a tus sentidos algún objeto agradable, no consideres lo que tiene de material, sino míralo con los ojos del alma; y si advirtieres o hallares en él alguna cosa que lisonjee y agrade a tus sentidos, considera que no la tiene de sí, sino que la ha recibido de Dios, que con su mano invisible lo ha creado, y le comunica toda la bondad y hermosura que en él admiras. Después te alegrarás de ver que este Ser soberano e independiente, que es el único Autor de tantas bellas cualidades que te hechizan en las criaturas, las contiene todas en sí mismo con eminencia, y que la más excelente de aquéllas no es sino una sombra de sus infinitas perfecciones. Cuando vieres o contemplares alguna obra excelente y perfecta de tu Creador, considera su nada, y fija los ojos del entendimiento en el divino Artífice que le dio el ser, y poniendo en Él solo toda tu alegría, le dirás: ¡Oh esencia divina, objeto de todos mis deseos y única felicidad mía; cuánto me alegro que tú seas el principio infinito de todo el ser y perfección de las criaturas!(El Combate Espiritual, Lorenzo Scupoli)