Sufrimiento y consuelo

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Las diversas impresiones en el alma, de parte de Dios, pueden reducirse a estas dos: el sufrimiento y el consuelo. Bajo estas dos modalidades puedo clasificar y considerar todos los procedimientos de la acción divina. Hay criaturas de las cuales se sirve para probarme a fin de desprenderme; hay otras con las que me alivia y consuela. Alterna y combina estas dos maneras de obrar, mezclando más o menos el dolor y el gozo, prolongando un placer o un sufrimiento, reemplazando el uno por el otro: como en el orden material hace suceder la lluvia a un sol espléndido, y la calma a la tempestad. Veré realmente, en el capítulo siguiente, cómo las operaciones divinas son, de ordinario, una alternativa de dones que consuelan, iluminan y encantan, y de supresiones que desolan, ciegan y vuelven impotente. Pero lo que encanta en esas operaciones es la dulzura que nace de la amargura, es el panal de miel en la boca del león y puede manar un río de gozo en medio de las aguas amargas del sufrimiento. (José Tissot, La vida interior)