Sobre la tristeza y alegría cristianas

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Lo primero que has de hacer en los desastres que acaecen es desechar de ti la tristeza, según lo aconseja el Sabio diciendo (Eclo 30,22): No des a tu ánima tristeza, ni te debes afligir en tu consejo, porque la vida del hombre es la alegría del corazón; lanza lejos de ti la tristeza, porque a muchos ha muerto y no hay utilidad en ella.

Lo que he conocido en esta vía del recogimiento es que aprovechan poco en ella los hombres que son naturalmente tristes; y los que de sí mismos son alegres y ordenan su alegría a Dios aprovechan mucho, y en el ejercicio de la sacra pasión es al revés.

Y que la alegría del hombre sea favorable a este ejercicio del recogimiento parece por aquello del Sabio (Eclo 30,27): El corazón alegre es bueno en los manjares, porque los manjares de él se hacen con diligencia. La glosa dice sobre esto que el corazón es el de los justos, y que los manjares son las virtudes que nunca faltan, a las cuales se juntan los manjares interiores del ánima que con la alegría se conservan; y si faltan, con gran diligencia se buscan y se hallan mediante el gozo del corazón, cuando nace la gracia en el ánima es menester que se gocen mucho, como en la natividad del verdadero precursor de Dios.

Tercer abecedario espiritual