Peligros del apóstol

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Desgraciado el que resiste, cuando Dios le llama a determinadas obras. Desgraciado quien se entrega a las obras sin asegurarse de la voluntad de Dios. Desgraciado el que pretende gobernar las obras con independencia de Dios. Desgraciado aquel que en el ejercicio de las obras no toma sus medidas para conservar o recobrar la vida interior. Desgraciado quien no sabe poner orden en sus vidas interior y activa, para que no se perjudiquen mutuamente. (Dom. J.B. Chautard, El alma de todo apostolado)