Aun cuando a primera vista nos parezca extraño que en el sufrimiento y en la espera podamos encontrar deleite, si con la luz de Dios penetramos en el arcano del dolor; alcanzamos a vislumbrar la razón profunda y divina de esos consuelos. El dolor, cuando lo ilumina la luz de Dios es una maravilla. El dolor nos hace gozar, el dolor nos consuela, ¿sabemos por que? Primero, porque nos purifica. Yo me imagino que el oro, si tuviera inteligencia, sentiría cierto gozo íntimo cuando estuviera quemándose en el crisol, sabiendo que de aquel crisol iba a salir purificado. Nosotros tenemos inteligencia y hemos recibido luz divina para comprender el misterio del dolor. Por eso sentimos la satisfacción de sufrir, porque sabemos que de ese crisol vamos a salir más puros, más bellos, más dignos de Dios. (El Espíritu Santo)