[Además de su gloria,] Dios ha puesto en las criaturas otra utilidad, para mi felicidad. No ha querido ser solo en gozar de su gloria; su amor ha querido hacerme partícipe de sus bienes y le ha hecho encontrar esta disposición maravillosa de ternura por la cual las criaturas, instrumentos de su gloria, vienen a ser al mismo tiempo instrumentos de mi satisfacción. Toda criatura dice en primer término gloria a Dios, y después, paz a su siervo. Y de esta manera llego a ser socio de Dios y tengo parte en los beneficios de la obra inmensa de la creación. (José Tissot, La vida interior)