Tener pensamientos caritativos: No juzguéis, y no os juzgarán

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Toda la comunidad, a no dudarlo, pensó que yo había actuado siguiendo mi impulso natural. Pero es increíble el bien que una cosa tan insignificante hizo a mi alma y lo comprensiva que me volvió ante las debilidades de las demás.
Eso mismo me impide también tener vanidad cuando me juzgan favorablemente, pues razono así: Si mis pequeños actos de virtud los toman por imperfecciones, lo mismo pueden engañarse tomando por virtud lo que sólo es imperfección. Entonces digo con san Pablo: Para mí, lo de menos es que me pida cuentas un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. Mi juez es el Señor. Por eso, para que el juicio del Señor me sea favorable, o, mejor, simplemente para no ser juzgada, quiero tener siempre pensamientos caritativos, pues Jesús nos dijo: No juzguéis, y no os juzgarán.

Historia de un alma