Ahí tienes, en esta breve meditación, mi parecer relativo a la perfección de una vida loablemente vivida. Te he hablado de la vida de Moisés como de un modelo de perfección, para que cada uno de nosotros, mediante la imitación de sus obras, logre reproducir en sí mismo la imagen de la belleza que nos ha sido propuesta. Que Moisés haya conseguido toda la perfección que al hombre le es dado alcanzar, nos lo asegura el testimonio de la voz divina que dice: Te he conocido por tu nombre. El Señor mismo lo proclama «amigo de Dios».
Además, cuando Dios, airado, quería destruir a todos a causa de los pecados del pueblo y Moisés afirmó que prefería morir con el pueblo antes que vivir sin él, entonces Dios se calmó para plegarse a los deseos del amigo. Todo lo cual demuestra que Moisés había escalado la montaña de la humana perfección.
Habiéndonos propuesto investigar en qué consistía la perfección de la vida humana, y puesto que, en la medida de lo posible, hemos logrado esta meta propuesta, no nos queda más que vivir conforme a este modelo. Y trasladando a la vida lo que de más sublime nos presenta la historia que ya conocemos, podamos ser conocidos por Dios y ser sus amigos.
Vida de Moisés