Estas lágrimas, que es un excesivo gozo, aquí en este tercer estado y perfecto recogimiento se comienzan, para se acabar en el cielo, donde quedará muy lleno el gozo, y la mano del Señor limpiará nuestras lágrimas, para que ninguna tristeza, ni rastro, ni sabor de ella se mezcle con el entero gozo; empero, ahora, así como en la tierra no tenemos fuego sin algún humo, así no tenemos tan apurada la gracia que con ella no lloremos siquiera por la tener en tierra ajena, do la podemos perder; y por tanto, si en esta peregrinación abraza nuestro corazón a Dios, gózase de gozo grande, que pasa en lloro por ser excesivo, y no tiene aún del todo segura el alegría; de lo cual parecen ser testigos las lágrimas, según se figura en el Génesis, donde se dice (Gen 46,29): Juntó su carro José y subió para salir al recibimiento de su padre al mismo lugar; y viéndolo, derribóse sobre su cuello, y mientras se abrazaba lloró.
Tercer abecedario espiritual