Las lágrimas de José: lágrimas de los perfectos

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El lugar donde salió José a recibir a su padre se llamaba Gesén, que quiere decir propincuidad o allegamiento, porque los perfectos varones que vienen al estado tercero de que hablamos están cercanos y muy propincuos a la vida eterna; empero, para llegar aquí a recibir al Padre celestial que viene a ellos muy proveído han de juntar el carro del inflamado deseo, donde subió Elías, juntando la rueda del entendimiento con la de la voluntad, para subir a lo alto; donde por humildad se derriban sobre el cuello, no alcanzando aún enteramente el pacífico beso de la boca que se da en el cielo a los hijos que no están peregrinos. Empero, José, que es el que mora en el Egipto de esta carne, aunque esté muy ensalzado sobre sus hermanos, ha de llorar entre los abrazos cordiales de su padre, siquiera porque está peregrino; lo cual basta para que su gozo no sea del todo cumplido, aunque por todas las otras partes tenga todo lo que desea.

¡Oh, pues, tú, hermano, quienquiera que seas!, por mucho que hayas aprovechado, no dejes las lágrimas ni las desampares; mira que es propiedad de solo el hombre llorar, y cuanto uno fuere más hombre debe más llorar; y aun, según dice San Agustín, cuanto alguno fuere más santo y más lleno de santos deseos, tanto será más abundoso su lloro en la oración.

Tercer abecedario espiritual