La vanidad de las creaturas

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Es la vanidad que nos aprisiona, es la criatura que se posesiona de nuestro corazón lo que atrae nuestra alma, lo que nos aparta de Dios, el único que constituye la paz del nuestro corazón y la felicidad de nuestra vida. En vano se nos predica acerca de la vanidad de las criaturas, en vano leemos tratados sapientísimos sobre el mismo asunto; muchas veces ni una triste y dolorosa experiencia acaba de quitar la venda de nuestros ojos: nos dejamos llevar por la fascinación de la vanidad, apegamos nuestro corazón a una criatura. Tarde o temprano encontramos allí el vacío y la Amargura; y parece que aquella experiencia sería suficiente para que volviéramos a Dios. Pero no; poco después otra vez el brillo y el encanto de las criaturas nos vuelven a seducir, y volvemos a caer en los mismos lazos. ¡Y cuántas veces se necesitan muchos tropiezos y sobre todo una luz, abundante de Dios para que al fin y al cabo comprendamos la vanidad de las criaturas! (El Espíritu Santo)