Siempre que la voz del Padre se ha escuchado en la tierra, según el Santo Evangelio, ha sido para pronunciar palabras de ternura: Este es el Hijo de mis complacencias, dijo en el Jordán y en el Tabor; lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré: dijo la última vez que estuvo Jesús en el templo de Jerusalén. Todas estas palabras expresan la ternura del Padre para su Unigénito, pero esa ternura envuelve también a sus hijos adoptivos por Jesús y en Jesús. Pero la suprema revelación de la ternura del Padre la expresa el Apóstol San Juan con estas palabras: 44En esto se mostró la caridad de Dios hacia nosotros, porque Dios envió al mundo a su Hijo unigénito para que vivamos por Él. (El Espíritu Santo)