El espíritu de adopción dilata nuestro corazón

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En la criatura es limitada la ternura, porque lo es el amor, porque la criatura no es plenitud. En Dios el abismo de la ternura se confunde con el abismo de la majestad. La inteligencia no lo comprende, pero el corazón nos dice que la verdadera majestad es ternura. Imposible que nosotros, seres limitados, podamos escrutar el misterio de la ternura infinita del Padre; pero Jesús nos lo ha revelado, pues la ternura de Jesús es la revelación de la ternura del Padre, ya que en esto como en todo se realizan las palabras que el Maestro dijo a Felipe: “Quien me ve a mí, ve a mi Padre”. La verdadera devoción al Espíritu Santo Y cuando el Espíritu de adopción clama en nosotros hacia el Padre, sentimos que nuestro corazón se dilata y que nos sumergimos en un océano inmenso de ternura. (El Espíritu Santo)