La pureza del alma deificada por el amor

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Deificada por el amor, el alma ni se busca ni busca siquiera los dones de Dios; con la actividad y el ardor de una llama se hunde en el seno de Dios que es caridad. Mas la escala de la pureza es también la escala del amor. El amor tiende a la unidad y el misterio de la unidad requiere el progreso, de ordinario lento y doloroso, de la separación. Por eso se ha dicho que el amor es fuerte como la muerte. Escucha el alma la voz de Dios, la voz del amor, tierna e imperiosa al mismo tiempo, que la llama: Escucha, hija mía, abre tus ojos y presta oído atento: Olvida tu pueblo y la casa de tu padre y el rey se enamorará de tu hermosura. Y de olvido en olvido el alma asciende a la montaña del amor: se olvida de su antiguo modo de obrar, de ver, de amar, y cuando el olvido es completo, la inteligencia, el corazón, el ser todo se simplifica en la magnífica unidad del Amado. (El Espíritu Santo)