La quinta condición de la obediencia es que sea pronta: obedeciendo al punto y en el mismo instante en que se manda, a la primera seña, al primer sonido de la campana; dejando una letra a medio escribir, y una sílaba empezada a leer; dejando una cosa empezada o a medio hacer para principiar otra; una palabra que se está pronunciando en la recreación cuando tocan para terminarla; a una persona con quien se habla, cuando la campana llama a algún ejercicio; y aun todas las cosas no concluidas, por necesarias que parezcan, a no ser que se tenga permiso para continuarlas.