Santa Magdalena de Pazzi dice: «La humildad no es otra cosa más que un continuo conocimiento de nuestra nada, y un continuo gozo en medio de todo lo que nos proporciona un desprecio de nosotros mismos.» A este «alto grado» pueden y deben elevarnos nuestras faltas; la luz con que ellas iluminan nuestra miseria no sólo deben dárnosla a conocer, sino que deben también hacérnosla amar. (José Tissot, El arte de aprovechar nuestras faltas)