Andrés fue el primero en reconocer al Señor como a su maestro. Su mirada percibió la venida del Señor y dejó la enseñanza de Juan el Bautista para incorporarse a la escuela de Cristo. Juan Bautista había dicho: Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Éste es el que libera de la muerte; éste es el que destruye el pecado. Yo he sido enviado no para ser tenido por el esposo, sino como aquel que le acompaña. He venido como servidor, no como maestro.
Estimulado por sus palabras, Andrés deja a su antiguo maestro y corre hacia el que su maestro anunciaba, haciendo que Juan, el evangelista, lo acompañara. Los dos dejan la lámpara y se van hacia el sol. Habiendo reconocido al profeta del cual Moisés había dicho: Es a él a quien escucharéis, Andrés conduce a su hermano Pedro hacia él. Muestra a Pedro su tesoro: «Hemos encontrado al Mesías, a aquel que deseábamos. Ven ahora a gustar de su presencia». Todavía no es apóstol y ya conduce a su hermano a Cristo. Fue su primer milagro.