El Don de Piedad no tiene como norma la deuda, el beneficio. No. El Don de Piedad mira en Dios al Padre. La virtud de la Religión nos lleva a agradecer a Dios los beneficios recibidos y darle un honor y un culto como a soberano de nuestro ser; de Dios hemos recibido beneficios sin cuento en el orden natural y en el orden sobrenatural, y esos beneficios lo constituyen a Él nuestro soberano, a nosotros sus súbditos; la Religión nos impulsa a corresponder a los beneficios de Dios y a cumplir los deberes que tenemos con Él como soberano, por medio de todos los actos de culto. Pero el Don de Piedad no piensa en lo que se le debe a Dios, no mide el honor que a Dios corresponde por los beneficios que han recibido de su mano; el Don de Piedad se inspira en ese Espíritu de adopción en el cual clamamos a Dios como a nuestro-padre. El es Padre, es nuestro Padre, nosotros debemos sentir en nuestros corazones cariño filial, y propio de los hijos es honrar a sus padres. El Don de Piedad, o el Espíritu Santo por medio del Don de Piedad, desarrolla en nuestros corazones ese afecto filial a Dios, y así por ser hijos, nos ocuparnos del honor y de la gloria de nuestro Padre. Y esos mismos sentimientos expresa todos los días en la Misa la Santa Iglesia en el himno angélico; ¿no hemos notado esa frase sublime «Te damos gracias, Señor, por tu grande gloria»? ¿Comprendemos la expresión? No le damos gracias a Dios porque nos ha dado sus dones, no se las damos porque nos ha creado; le damos gracias porque es grande, porque es glorioso; le damos gracias por su gloria. (El Espíritu Santo)