Las ciencias humanas le dan a cada cosa su propio nombre, nos dicen cuál es su naturaleza íntima, sus propiedades, las leyes a que están sujetas. El Don de Ciencia considera a las criaturas de la manera que acabo de indicar y les da un nombre común; para el Don de Ciencia todas las criaturas son reflejos de Dios, reflejos de la Bondad divina, reflejos de la Hermosura Celestial y, al mismo tiempo, medios adecuadísimos para que vayamos a Dios, escalas luminosas por las cuales ascendemos al cielo. La criatura considerada así, en sus íntimas relaciones con Dios, tiene dos caracteres clarísimos: uno, su vanidad; otro, el vestigio divino que hay en ella. Para comprender a las criaturas, es necesario mirar profundamente estos dos caracteres, y es lo que realiza el Don de Ciencia. (El Espíritu Santo)