Dios permite nuestras malas inclinaciones

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Dios ha curado a algunos repentinamente, sin dejar en ellos la menor huella de sus enfermedades pasadas; así lo hizo con Magdalena, la cual, en un instante, de ser agua estancada corrompida, fue transformada en una fuente de agua pura, y desde ese momento ya no fue nunca perturbada. Pero también dejó Dios en muchos de sus queridos discípulos huellas de sus malas inclinaciones durante algún tiempo después de su conversión, para su mayor provecho; San Pedro es buen testigo, que después de su primera vocación tropezó muchas veces en imperfecciones y cayó rotunda y miserablemente con su negación. (Introducción a la vida devota)