El celo apostólico es un desbordar de la vida de Dios

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No existe comparación que pueda expresar la intensidad infinita de la actividad encerrada en el seno de Dios. La vida interior del Padre es tal que engendra una persona divina. De la Vida interior del Padre y del Hijo procede el Espíritu Santo. La Vida interior comunicada a los Apóstoles en el Cenáculo inflamó inmediatamente su celo. Esta Vida interior es un principio de celo para toda persona instruida que no se empeñe en desfigurarla. Pero aunque la vida de oración no se manifestara en las obras exteriores, es en sí misma y en su intimidad una FUENTE DE ACTIVIDAD incomparable. (Dom. J.B. Chautard, El alma de todo apostolado)