«Porque nuestro Señor no se muestra en el Santísimo Sacramento con toda su majestad, estáis aquí sin respeto; pero sin embargo, ¡es Él! ¡Él está en medio de nosotros!…si tuviéramos los ojos de los ángeles, viendo que nuestro Señor Jesucristo está aquí presente, y que nos mira… ¡cuánto le querríamos! No quisiéramos separarnos de Él, quisiéramos permanecer a sus pies: sería como el cielo, todo lo demás nos parecería insípido. Estamos obligados a decir como san Juan: «¡Es el Señor!»