Actas del martirio

1868

El Emperador Trajano al principio respetó a los cristianos, pero por gratitud a sus dioses tras su victoria sobre los dacios y escritas, comenzó a perseguir a quienes no los adoraban. Hay una relación legendaria sobre el arresto de San Ignacio y su entrevista personal con el emperador. Sin embargo, desde época muy remota nos llega el interrogatorio al que fue sometido:

-«¿Quién eres tú, espíritu malvado, que osas desobedecer mis órdenes e incitas a otros a su perdición?» -«Nadie llama a Teóforo espíritu malvado», respondió el santo.
-«¿Quién es Teóforo?.
-«El que lleva a Cristo dentro de sí».
-«¿Quiere eso decir que nosotros no llevamos dentro a los dioses que nos ayudan contra nuestros
enemigos?», preguntó el emperador.
-«Te equivocas cuando llamas dioses a los que no son sino diablos», replicó Ignacio. «Hay un solo Dios que
hizo el cielo y la tierra y todas las cosas; y un solo Jesucristo, en cuyo reino deseo ardientemente ser
admitido».
-«¿Te refieres al que fue crucificado bajo Poncio Pilato?».
-«Sí, a Aquél que con su muerte crucificó el pecado y a su autor, y que proclamó que toda malicia diabólica
ha de ser hollada por quienes lo llevan en el corazón».
-«¿Entonces tú llevas a Cristo dentro de ti?
-«Sí, porque está escrito, viviré con ellos y caminaré con ellos».
Cuando lo mandaron a encadenar para llevarlo a morir en Roma, San Ignacio exclamó: «te doy gracias,
Señor, por haberme permitido darte esta prueba de amor perfecto y por dejar que me encadenen por Ti, como tu apóstol Pablo».